domingo, 7 de noviembre de 2010

El río que nos vio nacer.

El otro día llegó a mis manos la foto que acompaña este texto y me hizo recordar con resignación que ya ni siquiera podemos beber las aguas de nuestro compañero. Corrían en ella los años setenta, unos setenta donde l@s talaveran@s podían disfrutar con todo su esplendor de aquel famoso río, el más largo de la Península Ibérica, nada más y nada menos que 1.008 kilómetros de longitud. Nuestro protagonista nace en Teruel, más concretamente en la Sierra de Albarracín, para terminar su dilatada vida ya en el país vecino de Portugal, en Lisboa, donde se diluye entre la inmensidad del oceáno Atlántico.


Pero volvamos atrás en este prologando recorrido, hagamos un alto de nuevo en la Ciudad de la Cerámica. La importancia que ha cumplido el Tajo en la vida diaria de l@s talaveran@s parece haberse perdido en el tiempo, Talavera siempre miró hacia sus aguas y como una romántica historia de amor y odio, en ocasiones nos costó algun que otro disgusto debido a las inundaciones que las fuertes lluvias provocaron, pero siempre volvimos a reconciliarnos, así es la vida.

Llegamos a nuestros días y la situación no puede ser más insostenible, aquel amigo que nos dio riqueza y prosperidad ha sido abandonado a su suerte. Olvidado y abandonado, el tajo parece ya moribundo, los datos así lo avalan: El eje Madrid – Talavera ofrece uno de los datos más pésimos en cuanto a contaminación de toda su extensión. Pero no sólo la calidad, también la cantidad es un factor a tener en cuenta debido a los trasvases que soporta. De ello se han encargado aquellos que no le tienen aprecio, unos políticos más preocupados de llenar sus arcas que de garantizar el bienestar de los ciudadanos, esos mismos sinvergüenzas que tuvieron la osadía de manifestarse a nuestro lado sin ningún tipo de remordimiento.

Pero con nosotros lo tienen crudo, así lo demostramos en aquella memorable manifestación de la que hablaba anteriormente, donde miles de talaveranas y talaveranos salimos a la calle para decirles que no nos rendimos. Es importante resaltar que esta lucha no acabó ahí, tenemos la obligación de seguir peleando por nuestro patrimonio, Castilla nos necesita hoy más que nunca y siempre que sea necesario estaremos para defenderla. Porque mientras haya vida habrá esperanza, la vida de nuestro río, la vida del río que nos vio nacer.

Dani, militante de Yesca

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